jueves, 10 de marzo de 2011

Priscila y la pluma roja ¿Y las demás empresas?

¿Hasta dónde debe involucrarse el consultor organizacional con sus clientes?
Podemos señalar que cada persona tiene sus maneras y formas de arreglárselas y de sobrevivir dentro de una organización. Hay un dicho mexicano que dice que “cada quien, mata las pulgas como puede”.
Siempre he pensado que el consultor debe observar la burbuja de la organización desde afuera, para que pueda apreciar e indagar cómo se comporta la gente en sus diferentes áreas de trabajo y de cómo se comporta cuando está interactuando con los demás, con sus compañeros de departamento y con el resto de los miembros.
Un aspecto importante para mí dentro de la organización, es el involucramiento y sentido de permanencia, la trascendencia o huella que uno quiera dejar dentro de la empresa, hasta qué grado quiere ser uno recordado por su rentabilidad o pasibilidad dentro de su departamento, además de que influye de manera determinante el rol que ejerza la persona dentro de la organización.
Otro aspecto importante que debemos tomar en cuenta cuando “nos movemos dentro de una organización” son las percepciones y simbologías que establecemos y que llegan a formar parte de la cultura organizacional de la empresa y de que conforme pasa el tiempo, se van arraigando y forman parte de la actividad diaria de las personas.
Cuántas veces hemos observado dentro de la organización el comportamiento de las personas, el compromiso, su comportamiento volátil (voluble), su entrega e indiferencia en el trabajo por alcanzar las metas. De igual forma, también podemos observar las actitudes negativas y coercitivas por parte de un jefe de departamento para que su personal realice su trabajo y de cómo éste último a la vez tiene temor o miedo a las represalias que pudiera sufrir.
También podemos apreciar cómo hay personas que se adaptan de inmediato al cambio y de cómo a otras les cuesta trabajo, el capítulo de Priscila y la pluma roja es un magnífico ejemplo de cómo las personas pueden actuar o comportarse ante determinadas situaciones organizacionales.
Además de que hay un punto en particular que me llama la atención, el de los símbolos, ya que estos son vitales para encontrar un lenguaje común e idiosincrático en la gente que expresa la individualidad de su experiencia, lo cual se refleja en las diferentes interacciones que sostienen dentro de la organización, es decir, cómo se comportan con una persona y de cómo lo hacen con otros miembros de la organización.
Los símbolos se convierten en herramientas en nuestras diferentes áreas de trabajo, en lo individual y en lo grupal. Los símbolos nos permiten extraer el significado de las circunstancias y ayudan a la gente a encontrar su voz que es el objetivo primordial de la consultoría.
Por lo tanto, hasta dónde debe coludirse o ser cómplice un consultor organizacional, esa es la disyuntiva que cada uno de ellos debe experimentar de acuerdo al tipo de organización en la que va a prestar sus servicios.
Como consultores organizacionales, aconseja este ejemplo de Priscila y la pluma roja, debemos abstenernos de identificarnos con los clientes, no podemos ver sus triunfos y sus fracasos como el reflejo de quienes somos. Y por lo tanto, debemos tener confianza en los procesos que utilizamos para la consultoría.
El consultor debe ser un guía que oriente a las personas a descubrir cómo pueden solucionar sus problema y de cómo pueden dar respuesta a cada una de las interrogantes que se les presentan dentro de su organización.

1 comentario:

  1. Vamos a profundizar en esta historia y en especial los aprendizajes del consultor de sus propias tendencias.

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